Laboratorio Cartografías del Conocimiento | Explorando Tierras Esporales
15 - 12 - 20El proceso de Cartografías del Conocimiento se inicia y desarrolla a partir de un laboratorio de prácticas con estudiantes de psicología de la Universidad de Chile. En una primera etapa de sintonización, se revisaron y analizaron las últimas Escuchas Creativas de los Cecrea (procesos de participación en los que se escucha, registra y sistematiza las opiniones y sentires de los niños, niñas y jóvenes de Cecrea). Esto permitió identificar los dolores y frustraciones asociadas al formato de aprendizaje de las escuelas en general, y en particular en el contexto de encierro y de forzada interacción digital. Apareció también un fuerte interés y sensibilidad respecto de las problemáticas socio-ambientales de los diversos territorios, expresadas en preocupación por el medioambiente, el agua, la contaminación, entre otras. La voluntad de jugar y crear surgen como fuerzas de deseo, y son precisamente las que se configuran como elementos centrales para la investigación-acción del laboratorio de prácticas.
Durante aproximadamente cuatro meses, el laboratorio -luego renombrado Explorando tierras esporales– conformó una comunidad de aprendizaje activo, la que semana a semana compartía las exploraciones y ensayos personales realizados desde los hogares. La interacción y el encuentro digital abrían espacios para analizar las posibilidades de aprendizaje y creación para niñas, niños y jóvenes, a la vez que motivaba la emergencia de nuevos ensayos. El proceso decantó en la creación de una bitácora y artefacto, proponiendo una metodología abierta y personalizable a las particularidades de cada contexto en el que pudiera aplicarse, pero siempre respetando las motivaciones iniciales con las que nace, a saber, la de la creación y exploración a partir de la intuición, el arte y el juego.
Una segunda etapa de calibración consistió en cuatro encuentros con los equipos de facilitadores, en los cuales se propiciaron espacios de diálogo, co-diseño y aprendizaje activo para la singularización de los laboratorios. Exploramos las posibilidades del artefacto y elaboramos un primer acercamiento a la narrativa y enfoque con lo que cada territorio quiso abordar el desafío.
El equipo de la Escuela de la Intuición, los practicantes de Psicología de la Universidad de Chile y Wikimedia Chile acompañaron el proceso, apoyando el co-diseño y facilitando espacios de reflexión sobre el aprendizaje en la cultura digital, la validación de los conocimientos de niños, niñas y jóvenes y el arte, la intuición y la ciencia como ámbitos movilizadores de conocimientos situados. La condición de interacción digital y las preguntas sobre las nuevas formas de educación no formal en contextos de confinamiento fueron importantes factores de análisis para pensar cómo facilitar laboratorios que respeten y promuevan la creación desde los hogares, independiente de los contextos y materiales específicos.
El último taller se realizó con la metodología Mandrágora, propia de la Escuela de la Intuición. Esta consistió en integrar en un tablero con círculos concéntricos los diversos contenidos emergidos de cada uno de los laboratorios de las ocho regiones participantes. Con los títulos, objetivos, actividades e imaginarios creados por las y los participantes fuimos avanzando hacia el círculo central del tablero para iniciar una “constelación de imaginarios”. Las voces y creaciones de niñas, niños y jóvenes aparecieron para dar luces de sus intereses y conocimientos, e iniciar el tejido de un imaginario colectivo. La preocupación por el medioambiente, la pregunta por la basura, la importancia afectiva de la relación con sus mascotas, los elementos vitales como el agua, los imaginarios fantásticos de dragones y bestias con superpoderes, el animé japonés y kawaii, entre muchos otros referentes son los que iniciaron la construcción de estas cartografías de los conocimientos en un particular contexto de pandemia y confinamiento.
Es así que surge, como principal idea y necesidad, la posibilidad de que niñas, niños y jóvenes puedan encontrarse, ya sea digital o presencialmente, a seguir dando vida y juego a estas virtualidades que, aunque posiblemente no tengan existencia material, constituyen un mundo tan real como virtual y configuran los deseos e intereses que la intuición dispone para que, desde una integración de las artes y las ciencias, podamos construir en un futuro incierto.
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